
¿Es el embrión equiparable a una persona? ¿Pertenece a la madre? ¿Tiene valor por sí mismo? ¿Merece protección? ¿Qué nivel de protección? ¿Encarna sólo valores simbólicos? Si el embrión no es titular de derechos, ¿pasa automáticamente a la categoría de propiedad de alguien? ¿Tiene el mismo estatuto un embrión
in útero que un embrión
in Vitro? Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos continuamente en el debate sobre la
clonación y manipulación de embriones
implantatorios, sobre todo desde que disponemos de técnicas de acceso y estudio a esta fase del desarrollo humano. Aunque desde el punto de vista biológico la nueva vida humana comienza con la fecundación, la discusión se refiere a cuándo esa nueva vida tiene estatuto ontológico merecedor de protección, en última instancia, cuándo es equiparable a una persona, y por lo tanto, inviolable. La idea de que el ser humano comienza en el "instante" de la fecundación, en el zigoto, ha de enfrentar varios hechos (empezando por el que no hay tal instante): la fecundación dura horas-días. La activación del óvulo por el espermatozoide es anterior a la identidad genética, que no se logra hasta la formación del núcleo
diploide (fase de 2 células del embrión). Hasta el 4º día, las propiedades genéticas del zigoto-embrión dependen de las proteínas y
ARN del óvulo.
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